Las actividades de enseñanza-aprendizaje se trabajan desde una perspectiva globalizadora; partiendo siempre de aprendizajes significativos, se trata de establecer vínculos sustantivos entre lo que hay que aprender (el nuevo contenido) y lo que se sabe (sus conocimientos previos). Esto supone la posibilidad de atribuir significado a lo que se debe aprender a partir de lo que ya se conoce. 

La metodología es activa, se da un alto grado de participación a los niños con el objeto de que su interés por las actividades llevadas a cabo sea alto. La atención aumenta cuando es el propio niño es el que explora, descubre, observa, expresa,...

En esta metodología, el papel del profesor es concebido como orientador y canalizador de la acción del niño, compartiendo con él sus intereses, motivándole con sugerencias y actividades diferentes, atractivas, concretas y breves, que poco a poco (de forma progresiva según el ritmo del grupo), va haciendo más complejas y prolongadas. Además el profesor, mediante la repetición constante y estructurada de ciertas pautas presentes en diversas actividades o situaciones, va a posibilitar la generalización de las mismas, obteniendo como resultado una mayor autonomía del niño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otra de las características es la importancia concedida al desarrollo de la expresión en sus diferentes aspectos: verbal, gráfico, artístico... que, a la vez permitiría exteriorizar la capacidad creativa e imaginativa del niño.

Se intenta crear un entorno que estimule al alumno a construir su propio conocimiento y a aumentar la confianza en sus propias capacidades. La atención se individualiza desarrollando y esperando de cada niño todas sus capacidades. Además de ser individualizada, la enseñanza también es socializante para propiciar su desarrollo integral.

La metodología de cada actividad parte de la reflexión y análisis de las necesidades de los alumnos, se intenta equilibrar los intereses de los niños y los de la maestra.